Reflexiones sobre el picoteo dulce

A muchas personas la palabra “dulce” les suena a capricho o a chuchería, creyendo que debemos evitarlo si lo que se busca es llevar una dieta saludable. Hoy me gustaría que tratáramos el tema de por qué, a veces, aparece una necesidad imperiosa de comer algo dulce, y si es bueno o es malo sucumbir de vez en cuando.

Cuando sufrimos estrés, nerviosismo o ansiedad por las diversas razones posibles, es normal que el cerebro pida algo bueno, relajante, euforizante.  Las personas que estudian una oposición, por ejemplo, suelen quejarse de este problema. Parece que una bolsa de gominolas hace maravillas en lo que a concentración y relax se refiere. Los dulces y el alcohol, son dos ejemplos de los “alimentos” más elegidos a la hora de buscar un poco de relajación. Porque es una realidad, la comida cambia el estado de ánimo y tiene relación con nuestro bien-mal estar.

El círculo vicioso del dulce se crea, en muchos casos, cuando una persona que no puede evitar picar ha engordado y decide empezar a “cuidarse”, es decir, quitar cosas de su dieta pensando que así compensará las calorías de los picoteos. A partir de aquí comienza un sube-baja de ansiedad irrefrenable por alimentos dulces. Es muy típica la anécdota de la persona que está en su casa haciendo lo que sea, pero sabiendo que en el tercer cajón de la cocina tiene unas galletas que por supuesto no piensa comer, pero no puede parar de pensar en ellas y las acaba comiendo.

Otras personas picotean sin ser conscientes de ello, ya que es posible que no repercuta en su peso o cambien de talla sin pensarlo más. Esto les ocurre a muchos hombres que cuando llegan a la consulta para adelgazar, creen que han engordado por el sedentarismo o por comer fuera de casa a diario, y al analizar sus hábitos descubrimos que comen durante todo el día sin darse cuenta. Que si un café, una galletita, un vaso de zumo, una cerveza, unos cacahuetes, un caramelo….

Claro que se puede sucumbir al dulce pero dándole cierto sentido, si no, ¿Para qué están ahí todas esas cosas tan ricas?

–  Podemos tomar algo cuando coincida con una de las tomas oficiales del día. En la merienda, en vez de un café con tostada podemos tomar un dulce como un pastel o unas onzas de chocolate una vez a la semana y no pasa absolutamente nada.

–  Cuando suponga un extra especial, como algún momento del fin de semana. Un desayuno suculento en un bufet de hotel o un postre especial.

–  Si estamos delante de la mejor heladería de Italia, sea la hora que sea, no podemos decir que no. Sería malo para la salud.

–  Un postre en cualquier comida especial.

–  En navidad, al final de cualquier celebración de las importantes, se puede tomar un poco de turrón o cualquier postre típico y ya pensaremos en ello en Enero.

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