Qué debemos saber sobre la hipertensión

La tensión sube sin avisar. Un día cualquiera, alguien con bata blanca haciéndote un reconocimiento médico de empresa, te anuncia que tienes la tensión alta y ha llegado el momento de saber qué es y cómo cuidarte a partir de ahora.

Este solo es un ejemplo de la forma más común de enterarse, pero muchas personas lo descubren de mala manera. Por ejemplo, un subidón de tensión que les hace ir al hospital o pasear durante meses un “mareillo” extraño que acaba con una visita al médico y llegando al mismo punto, la hipertensión arterial.

El sistema circulatorio funciona como un ingenio de fontanería complejísimo, que cuando recibe un volumen de líquido mayor del que debiera soportar, se colapsa, funciona mal y se estanca. Esto provoca que el corazón, que es la bomba que dirige al líquido con la fuerza suficiente como para llegar a todas partes, desarrolle un trabajo insoportable musculándolo, haciéndolo más grande, más torpe y más cansado. Tiene que durarnos toda nuestra larga esperanza de vida y este es nuestro objetivo: quitarle trabajo al corazón para vivir más ligeros y sanos.

Hay una hipertensión esencial que aparece porque nos ha tocado en la lotería genética. Hay que medicarse sin falta. Habla con tu médico si este es tu caso y andas por ahí tan ricamente esperando a que se corrija. Madres de 60 y tantos muy cabezotas con este problema, haced el favor de ir al médico. La relajación no lo puede todo.

Existe otro tipo de hipertensión a la que podemos aplicar medidas nutricionales muy prácticas:

  • Si te ha subido la tensión al aumentar de peso. Debes plantearte bajar urgentemente.
  • Reduce la sal. Recuerda que el sodio también está en las conservas y en hortalizas muy dietéticas como el tomate. Mira las etiquetas. Busca que los valores de sodio sean mínimos. Utiliza limón, vinagre o ajo para aderezar las comidas y verás qué rápido te acostumbras.
  • La parte más importante. Los alimentos de origen animal como los lácteos, la carne, el pescado, embutidos, etc., contienen sodio en su composición, agua y proteínas en abundancia, que todo junto, deja el campo sembrado para la hipertensión. Reduce las proteínas al mínimo y sobre todo reduce la ingesta de lácteos. Si acaso, algo de yogur, pero mucho cuidado con pasarse con el queso.
  • Las legumbres son muy buenas pero debes cocinarlas estofadas con el propio jugo de las verduras. No utilices caldos de carne ni añadas embutidos para darle sabor. Son sales concentradas que no colaboran para eliminar el líquido excesivo del cuerpo.
  • Controla el uso de antiinflamatorios tipo ibuprofeno. Hacen retener líquidos y, por lo tanto, afectan negativamente a la tensión. El paracetamol no produce estos efectos. Es una alternativa.

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